que nos espera ansiosa, ansiosa la libertad.

Más allá de La Borinqueña
Los himnos no oficiales de Puerto Rico
De la mano del historiador Jorell Meléndez-Badillo, hacemos un recorrido histórico por esas canciones que han marcado nuestra identidad cultural y el contexto en el que surgieron.
A falta de embajadas de Puerto Rico, los músicos boricuas son nuestros embajadores, dijo la periodista y escritora Ana Teresa Toro. Y es que, sin dudas, la música puertorriqueña atraviesa fronteras y define nuestra identidad cultural y la idea que tenemos de una nación.
«Hemos producido mucha cultura, mucha música. Con esos elementos, hemos logrado definir nuestra idea de nación. Por eso es importante afirmar que los puertorriqueños, más allá del estatus político, hemos creado una idea compleja de nación y la música es un elemento fundamental en eso.»—Jorell Meléndez-Badillo, historiador
que nos espera ansiosa, ansiosa la libertad.
La Borinqueña
El himno revolucionario
El famoso poema de Rodríguez de Tió, también conocido como el «himno revolucionario», es un «himno de la resistencia» para el movimiento independentista, que nunca fue oficialmente el himno de Puerto Rico.
El poema se escribió luego del Grito de Lares (23 de septiembre de 1868), la primera gran «revuelta por la independencia de Puerto Rico», pero se dio en un contexto caribeño más amplio de luchas de independencia contra España, incluida la cubana, explicó Meléndez-Badillo.
De hecho, Rodríguez de Tió «evoca esa solidaridad cubana puertorriqueña» con su poema «Cuba y Puerto Rico son de un pájaro las dos alas», agregó el historiador. Esta solidaridad no solo era en la lucha por la independencia, sino en contextos culturales, y es en Cuba, su segunda patria, donde la poeta se exilia y muere.
esta tierra
donde tuve el privilegio de nacer!
La Tierruca
Contemplando a la patria
La Tierruca se publicó por primera vez en el libro Canciones escolares (1912), hecho para las escuelas públicas de Puerto Rico —que en esa época comenzaban a difundirse en el campo y la ciudad— y en el cual colaboraron Dávila, Fernández Juncos y Dueño.
También apareció en el poemario Aromas del terruño, considerado uno de los mejores del poeta. Se publicó en medio de un auge de «poetas modernistas románticos» y tenía un tono similar al de La Borinqueña de Fernández Juncos de apreciar la belleza del país, explicó Meléndez-Badillo.
Rápidamente, se convirtió en una especie de himno no oficial, aunque ya no tenga el reconocimiento de hace unas décadas. Si bien Dávila se identificaba con el anexionismo criollo y fue alcalde de Bayamón por el Partido Republicano, tenía «unas sensibilidades sociales y críticas muy agudas», a juicio del historiador, pues también escribió sobre las condiciones de los puertorriqueños en Estados Unidos con un tono crítico.
la que al cantar, el gran Gautier
llamó la Perla de los Mares,
Ahora que tú te mueres con tus pesares,
Déjame que te cante yo también.
Lamento Borincano
El boricua ante la adversidad
Este lamento –una expresión pasional del dolor– describe los sufrimientos de los campesinos boricuas en medio de la Gran Depresión, una crisis financiera mundial que se extendió hasta la década de 1930. Se convirtió en una de las expresiones más sobresalientes de la cultura puertorriqueña y de los jíbaros.
Para Meléndez-Badillo, la letra es una crítica y «un retrato de las condiciones que vivían los puertorriqueños en esa época», aunque no invite necesariamente a un cambio político. Al igual que otros himnos no oficiales, toma el elemento de la nostalgia y de lo jíbaro como componente cultural.
Es una de las canciones más famosas del prolífico cantautor y fue grabada por Manuel «Canario» Jiménez y su banda, con Pedro Ortiz Dávila «Davilita» como una de las voces, que tenía solo 18 años en ese momento. También ha sido interpretada por una docena de artistas, incluido el español Plácido Domingo y el brasileño Caetano Veloso.
Está dentro del 2017 National Recording Registry de la Biblioteca del Congreso.
pero un día volveré
a buscar mi querer,
a soñar otra vez
en mi Viejo San Juan.
En mi Viejo San Juan
La añoranza por volver
Hay dos aspectos que marcan esta composición: la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), con cientos de puertorriqueños activos en el servicio militar obligatorio —incluido el hermano de Estrada Suárez—, y la Gran Migración Puertorriqueña (entre 1940-1960), considerada «la primera migración aérea a gran escala en la historia de la humanidad», con más de 800 mil puertorriqueños dejando el archipiélago en avión, destacó Meléndez-Badillo.
«En mi Viejo San Juan es un archivo de lo que se estaba viviendo en ese Puerto Rico de comienzos de 1940 que la dimensión nostálgica no solamente apela a esa gente que se fue, pero también nos apela a la gente que estamos (los que se quedan)», expresó el historiador.
Aunque «Puerto Rico es una nación diaspórica que ha estado en constante movimiento», incluso en tiempos precolombinos, según Meléndez-Badillo, es en la década de 1940 que esa migración se intensifica y el Viejo San Juan se convierte en un punto para pensar ese desplazamiento físico y cultural que persiste hasta hoy.
El impacto de la canción fue mundial, tanto así que se tradujo al francés, al inglés y al alemán. Tiene cientos de versiones en ritmos como el bolero, tango y ranchera. Y en la década de los 1980s, se convirtió oficialmente en el himno de San Juan.
Más que canciones, símbolos de identidad
Estos himnos no oficiales trascienden la música para convertirse en elementos fundamentales de la identidad puertorriqueña. Desde la resistencia hasta la nostalgia, desde el orgullo hasta la esperanza, cada canción refleja un momento histórico y una faceta del alma boricua.
«Puerto Rico es una nación diaspórica que ha estado en constante movimiento, y estas canciones nos acompañan dondequiera que vayamos, recordándonos quiénes somos y de dónde venimos.»